Atoxxxico - Punks de Mierda
Hace unos días murió uno de los últimos símbolos de la represión sistemática que sufrió México en los años de la denominada Dictadura Perfecta. Los más de 70 años de gobierno por parte del Partido Revolucionario Institucional que está próximo, según las casas encuestadoras, a regresar al poder gracias a la mercadotécnica, la publicidad y la ignorancia de mi pueblo, dejaron escrita una vergonzosa historia de gobierno ultraderechista en Latinoamérica. Miguel Nazar Haro fue uno de sus más importantes protagonistas de aquel sistema promotor del odió con tintes genuinamente fascistas; mientras que Atoxxxico, fue una de tantas bandas que desde lo que ellos quisieron fuera la resistencia de la clase desposeída, cantó, gritó y refunfuñó a un conglomerado de escuchas que poco entendieron sus palabras, muchos de ellos aún siguen vivos. Éstos –los escuchas-, desde su autoimpuesta e irrisoria estadía intelectual, hicieron complots para que los conciertos de Atoxxxico fueran prohibidos y eliminados de los eventos musicales. Los seudopunks, la mayoría de esta mal llamada tribu urbana (denominativo dado por las esferas políticas que dicen atacar, y que estúpidamente, se alinean la imposición de calificativos que los políticos les imponen para definirlos) se vieron ofendidos por el título, nada grato, pero sí contestatario, de este disco: Punks de Mierda.
Para entender a Atoxxxico es necesario conocer un poco de la “Guerra Sucia” que el gobierno priista implementó para acabar con todo rastro de subversión cuando todo lo que fuera, oliera o pareciera comunismo, era perseguido por la ya extinta Dirección Federal de Seguridad, una división del Sistema Político Mexicano encargada de hacer valer el orden a pesar del número de muertos, violaciones y transgresiones políticas que fuesen necesarias realizar; o, cómo lo dijo –en completa carencia de mis característicos florismos- el que fuera el director por 30 años de la secretaria citada: “Cuando está de por medio la seguridad del Estado, no hay constituciones ni leyes que valgan una chingada”.
Así se mantuvo a flote el Sistema Político Mexicano, un sistema centralista, agresor de todas las libertades y tan fuerte y maduro que logró asesinar a cientos de personas (estudiantes, niños, maestros, etc.) en una plaza pública ante el ojo de todos, la Plaza de las Tres Culturas –Tlatelolco-, sin que nada extraordinario pasara. La gente siguió votando por ellos e, inclusive ahora, millones lo volverán a hacer. Dicen preferir eso en comparación con el sistema de vida que ha impuesto el partido más conservador y reaccionario de México, el Partido Acción Nacional.
El Punk en México no fue algo que se encontró en la prensa, en la televisión o en los conciertos organizados por las disqueras del país. El Punk mexicano nació para mantenerse a la sombra, era la música de los barrios más marginados, los conciertos eran en vecindades o polvorines que no buscaban impactar a la opinión pública. Pues sabían cómo se reprimía en México, cómo se asesinaba a grandes personalidades que tuvieron el valor de alzarse contra el gobierno y movilizar a la población (recordemos cómo se asesinó al máximo subversivo líder del movimiento campesino iniciado en Michoacán en la década de los sesenta, Rubén Jaramillo, secuestrado y acribillado con más de 100 balas distribuidas en todo su cuerpo, su mujer fue violada y ultrajada mientras estaba embarazada –el producto recibió un balazo- sus hijos fueron ahorcados). A esto, se le tiene que sumar los actos de barbarie tan comunes que los grupos policiacos dirigían hacia el pueblo a pie; por decreto presidencial, el Rock estaba prohibido y todo aquel que trajera el pelo largo y pantalones entubados era directamente llevado a la cárcel e imputado de crímenes fabricados. Esa era genuina represión y bajo ella se justifica el que crecieran comunidades juveniles en extremo marginadas y vandálicas, bandas de más de 500 integrantes con tintes paramilitares; así nació la leyenda de Los Panchitos Punk, el miedo hacia Los Gallos (todos eran Punks encrestados de la colonia El Molinito), y el respeto hacia los Arraz (distribuidos en todo Naucalpan), estos últimos caracterizados por sus asesinatos.
Cuando los Sex Pistols, The Clash y Dead Kennedys hablaban de represión lo hacían con la ignorancia tan propia del primermundismo; la represión británica y estadounidense era psicológica; en México, era psicológica, económica, política y física. En México el gobierno lanzaba desplegados oficiales donde amenazaba con utilizar la fuerza pública hasta sus últimas consecuencias (Luis Echeverría y Díaz Ordaz lo hicieron bastantes ocasiones), tenía un control completo de la prensa, la radio y la televisión; sintetizando, vivíamos en un estado de sitio con una guerra latente entre el gobierno y los pequeños focos de actividad antigubernamental.
De ahí el sonido de las bandas Punk de finales de los 70s y principios de los 80s en mi país, de ahí su forma irrespetuosa hacia toda forma de autoridad, así explico el sonido desgarbado de Atoxxxico y su interés por mantenerse en lo más subterráneo de las expresiones juveniles. Ellos no eran fotografiados para ser portada de alguna revista como sí lo fue Jonny Rotten, de ellos nunca se habló en la prensa, ellos no aparecían en la televisión, de haberlo hecho habrían prohibido el programa y seguramente puesto alguna golpiza al grupo y vetado al productor para que nunca más consiguiera trabajo en este país. A manera de remembranza, existía un programa dirigido por un viejo ignorante de la música moderna, ese programa daba la pauta para promover, prohibir o vetar a los artistas sea cual fuere su afiliación política, económica o social; lo que dijera Raúl Velazco era Ley en la televisión. Raúl solo obedecía a Emilio Azcarraga y al presidente en turno.
Los Punk británicos vivían en la calle por que querían hacerlo, muchos de ellos no eran más que moscones que recibían mensualmente su seguro contra el desempleo. El Punk mexicano era la imagen más extrema de lo que es ser destructor. Atoxxxico cantó contra estos últimos, contra ese afán destructivo y nihilismo extremista, casi fundamentalista, al observar que el punk importado era propositivo y activo, optimista si queremos entenderlo así, y el mexicano estaba imbuido en el pesimismo. Pero Atoxxxico no contó con que haciendo ello, criticando la naturaleza nacional del punk, atacaba, al fin de cuentas, el afán autóctono por el cual pugnó dicho estilo musical. Es decir, el Punk Mexicano era autodestructivo porque las condiciones de existencia que imperaban en la nación alimentaban dicho afán; en Inglaterra y los Estados Unidos el estilo estaba completamente ideologizado, en México era más concreto, más vívido el asunto. En los países anglosajones aprendían de los libros, en México aprendían de su vida diaria sin necesidad de saber leer.
En aquellos días, el carácter salvaje, autodestructivo e impío del Punk nacional se vio retratado en su médula cuando escucharon lo que Atoxxxico tenía que decirles en Punks de Mierda. Era imposible no estar identificado con lo que su vocalista, el Mosh, futuro líder huelguista que llevó a la UNAM al paro más largo de toda la historia de esa casa de estudios –en la que tuve la oportunidad de estudiar y politizarme justo en esa huelga-, decía en menos de un minuto (la canción que da título al disco dura 49 segundos). Así cargaría sobre el grupo el deteste de la tercera parte de todo el movimiento punk, pues la mayoría eran sumamente belicosos, y así interrumpir lo que hubiese sido la historia del único grupo de Punk proletario de principios de 80s. Por este disco, técnicamente no trabajado pero sí muy hardcorero, Atoxxxico fue odiado…y, hasta el momento, continúa siendolo.
Apenas era un niño cuando Punks de Mierda salió a la luz, en 1987, han pasado más de 20 años desde aquellos tiempos donde ya veía la televisión como el aparato que genera estupidez en la población y no pasa más de un mes sin que vea algún Punk de Mierda caminando por las calles.
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Atoxxxico - Punks de Mierda
Reviewed by Anónimo
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10:41:00 a.m.
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